La ‘fruta milagrosa’, una posible alternativa para diabéticos
- Susana Rubio Urresta
- 1 nov 2018
- 3 Min. de lectura
Imagínese que el sabor ácido del limón de repente se vuelva dulce o que la toronja sea un manjar. Que con tan solo comer una fruta todos los sabores antes conocidos sepan como un exquisito postre. La fruta milagrosa, es la encargada de generar estos cambios en el paladar. Esta fruta es originaria de África. Sin embargo, también se puede encontrar en los bosques húmedos del noroccidente de Quito.
La apariencia de esta fruta no es nada fuera de lo común. Una baya color rojo que por dentro lleva una pepa negra y una pulpa blanquecina. Su sabor no es amargo ni ácido, únicamente un poco dulce. Tiene un sabor normal que no asombra a muchos, ya que este es bastante parecido al de una uva.
Gabriela Loza es médica nutrióloga y docente universitaria. Desde hace seis meses forma parte del centro de investigaciones médicas de la Universidad UTE. El cual está realizando una investigación sobre la ‘fruta milagrosa’. En un inicio, el fin era observar si la fruta influía en la sensación de llenura. Sin embargo, ahora se ha encontrado una posible alternativa para las personas diabéticas.
“En la actualidad, esta fruta se está utilizando o estudiando como posible materia prima para la elaboración de productos con edulcorantes”, dice la nutrióloga. Se ha analizado que este posible edulcorante natural este presente en ciertas bebidas. Sin embargo, estas bebidas deben contener algún tipo de sustancia ácida. Porque el efecto milagroso únicamente funciona con este tipo de sabores.
“Para los diabéticos, cuando se logre descubrir definir la dosis exacta, para que tenga un efecto de media hora. El paciente diabético podrá consumir ciertas bebidas con un componente ácido y sentirlas dulces, entonces ya no necesitarían ponerle ningún tipo de endulzante”, explica Loza.
¿Cuál es el ‘milagro’ de la fruta?
Jacobo Ortiz es estudiante de gastronomía, está a punto de graduarse. Desde hace tres años ha llevado a cabo una investigación sobre la percepción de los sabores a través de los sentidos. De este estudio nace su interés por la ‘fruta milagrosa’. Esta baya contiene una molécula llamada miraculina, quién es la responsable de jugar con nuestras percepciones. “Lo que hace es encajar de cierta manera, no perfectamente, en los receptores del gusto dulce. Y en presencia de ácidos cambia la estructura y activa el receptor”, explica Ortiz.
Para Loza la fruta “enmascara el sabor amargo y ácido, pero el dulce se mantiene”. Además del juego que realiza en nuestra boca y cerebro. Ella explica que la fruta “tiene bastantes micronutrientes. Tiene algo de vitamina A y vitamina B”.
Una nueva oportunidad

En los últimos años, el consumo excesivo de azúcar ha ocasionado varios problemas de salud, el más común, la diabetes. Las alternativas que se han presentado para algunos pacientes con esta enfermedad no han sido tan útiles.
“Siempre trato de llevar una glucosa normal y ninguna azúcar ayuda a mantenerme bien o zacear esa sensación de azúcar que cualquier persona necesita”, dice Juan Francisco Posligua, quién fue diagnosticado con diabetes a los nueve años. Tiene diabetes tipo 1 o diabetes mellitus. Este tipo de diabetes se presenta en jóvenes, niños o recién nacidos. Mientras se realizaba un control previo al inicio de clases, él descubrió que tenía esta enfermedad. Los análisis de sangre mostraron que sus niveles de glucosa sobrepasaban la normalidad. Para toda su familia fue una sorpresa. Siendo apenas un niño, fue hospitalizado por dos semanas y estuvo apunto de sufrir un coma diabético. El entender que tenía esta enfermedad y que nunca volvería a comer dulces como antes, fue algo difícil. En especial en las fiestas, dónde las gaseosas, las picaditas, caramelos y chocolates adornan la mesa del cumpleañero. “En todas las reuniones me ofrecían o estaban ahí en la mesa. Y yo quería comer”, recuerda Juan Francisco.
Actualmente, Juan Francisco tiene 16 años y la lucha diaria entre los antojos y el temor de enfrentarse a lo que le sucedió de niño no ha cesado. Ahora es más difícil, las salidas al cine, las fiestas, los cumpleaños y todo lo que una vida adolescente acarrea. “Para mí el descubrimiento de este tipo de fruta es muy interesante. Ya que puede ser que una bebida por fin me va a dejar de saber tan agrio”, dice el joven.
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